En el Hospital General de Atlacomulco solo se escuchan los murmullos de los familiares que contienen el aliento y los gritos de la policía que anuncia nombres por megáfono. José Ramírez no quita ojo de la puerta, esperando a que digan el nombre de su hija, Azucena. La mañana de este lunes fue a llevarla a la estación de autobús de San Felipe del Progreso, en el Estado de México, para que la joven de 22 años tomara el camión de las 06.00 de la mañana y pudiera llegar a su trabajo de empleada doméstica en la Ciudad de México. Alrededor de una hora después, su hija consiguió llamarle y decirle que el bus de dos pisos había tenido un accidente sobre las vías del tren. Cuando Ramírez llegó, vio los cuerpos tendidos al lado del tren detenido, junto al autobús en el que viajaba su hija partido en tres.
El accidente ha dejado al menos 10 pasajeros muertos y a otros 45 heridos. El camión de la línea Herradura de Plata había salido esta mañana de San Felipe del Progreso, a primera hora de la jornada. Dentro viajaban más de 55 personas, en su mayoría albañiles y empleadas domésticas que trabajan y viven en la capital entre semana. La mayoría habían ido a visitar a sus familias el fin de semana y se despidieron el domingo antes de irse a dormir.
Esta mañana, el conductor del vehículo llevaba recorridos apenas 15 kilómetros cuando llegó a un cruce de ferrocarril de mercancías en la Zona Industrial de Atlacomulco. El tráfico, denso a esa hora, le obligó a frenar antes de cruzar. En un intento de pasar al otro lado antes de que llegara el tren, decidió adelantarse. La intersección solo cuenta con una señal de Alto, no hay pluma ni semáforo para regular el paso. El único aviso que tenía el conductor de que se aproximaba el tren es el ruido ensordecedor que hacen los vagones al aproximarse por su derecha, al abrirse paso por un ángulo de visión entorpecida por un espectacular y unos árboles que cubren parte del camino.